sábado, 1 de diciembre de 2007

A veces.

A veces la curiosidad hiere de muerte,
O simplemente hiere el cabello.
A veces las olas recienten la fuerza de la luna,
Algunas otras están calmadas, como estáticas.
La simplicidad de las cosas amerita morir de tristeza,
O definir la profundidad grisácea de los ojos.
A veces, o no sé si siempre, las noches parecen casas de mentiras
Que se desvanecen hasta mirarlas de cerca,
Sin tocarlas, no hay necesidad de contemplarlas,
Olerlas y después enterrarlas.
La esencia de esto y lo otro esta en las manos,
No mis manos, ni tus manos hartas de cualquier cosa,
Sino otras, de esas que se pintan en momentos inesperados,
De locura, de pasión y de odio.
A veces, la cercanía de la materia pende de un espacio,
Pero a veces, sólo a veces, cuando el espacio esta bien definido,
Es entonces que todo y un poco y mis dedos,
No son nada.


César Palomares

El ser y la nada.

El ser, es el proyecto resultante de las horas,
De los pasos dados en círculo o sin sentido,
En momentos del día domingo y
Tal vez algunas horas del día siguiente.
El ser elige entre evolucionar o revolucionarse,
Llorar, usar sus manos y tocar la brisa del mar.
Pero puede perderse en un momento
Y no saberse de él,
Divergir como río naciente por las calles de un pueblo,
O sudar a gotas y puede que hasta riachuelos,
Y así, irse difuminando de las vistas de las grandes ciudades,
Hasta llegar a esparcirse,
Entonces es como si nunca hubiese existido,
No, ni un ápice, ni átomo alguno que pueda ser identificado.
Es de ésta forma y no de otra más compleja que llega a ser la nada,
Pero la nada no es el éter,
Un espacio vacío sin uso predestinado tampoco.
La nada es el desprendimiento de alma y cuerpo,
La huida para ser ciudadano de ningún lugar,
Ni Dios se escapa de la nada cuando no tiene hijo a quien ordenar.
El ser y la nada son un animal simbiótico,
De múltiples estatuas incesantemente construyéndose
Siguiéndose infinitamente del bien al mal.


César Palomares

Asesinar o ser asesinado.

Sinceramente pierdo cuando lo hago,
Ya sea nada o algo.
Hoy el día quema como si pisaras, no lo sé,
Cualquier cosa, hojas secas o agua de lluvia.
Si no te beso es porque no encuentro tus labios
O están demasiado oscuros que se funden con las sombras.
Asesinar o ser asesinado, es el alma de la vida.
Me asesinas cuando olvidas llamarme o no avisarme de tu ausencia,
Te asesino cuando estamos juntos
y no sé olvidar los abrazos de otras gentes,
las caricias, los roces de dedos y tus cabellos.
Y morimos y nos quedamos tendidos uno sobre el otro,
Con los ojos abiertos para saber quien dio el último golpe,
El que se da a quemarropa,
El que hace que la gente no vuelva para hacerlo sufrir.
Y quien vive llora, suspira, y quiere morir junto al otro,
Y espera la resurrección,
Pasan tres días y nada.
Pasa tu vida y aun menos.
Hoy la noche brilla humildemente,
Como si yo hubiese llegado por vez primera


César Palomares

De viento hueco.

Por qué las noches lucen más oscuras
Cuando trato de decirte
Que necesito una palabra tuya y no cedes,
Pues interpones lo que desconozco y no mencionas.
Pero que es eso que mi razón no atiende,
Busca lejos,
Allá donde los ruidos son como silbidos de viento hueco,
De aquellos que no mienten ni con la mirada.
Tal vez deba arder como el petróleo,
Arder hasta volverme humo negro de desprecio
O tan sólo formar parte de un estruendo,
Ser el mínimo ruido,
El que si no estuviera,
La tormenta seguiría,
Pero hoy es el día de la tristeza
Y hay que celebrarlo.


César Palomares

Destino.

Habitualmente como, duermo, tengo sexo,
Me relajo de cabellos hasta la bilis.
Pero sino es así fumo, bebo,
ensordezco las calles de doble sentido,
O puede que escriba poesía ingrata,
Tal vez ir a una parroquia y consultar a un sacerdote
Y alegrarnos de nuestras vidas comparándolas con la de Jesús.
Dormir, prever la luz del día con un reloj Timex,
No muy caro, sencillo como de imitación,
Pues mirar la hora no debe costar dos meses de trabajo.
Llegar a casa, volver a dormir, consultar la hora,
Levantarse y desnudarse para vestirse adecuadamente.
Destino; nada más.


César Palomares

La vida.

Peleo tan duramente las batallas,
Que los días de una compleja vida presenta,
Tengo que comer de pie,
Ya que el tiempo ha devorado mi única silla.

Vaya vida,
Cuando la felicidad es tanta,
Provoca un miedo enorme,
Miedo a ser secuestrado por la desgracia.

Y cuando tienes tiempo de pensar,
Te recuestas sobre tu lecho,
Y viajas al interior de tu almohada,
Y encuentras las lágrimas que perdiste,
E intentas colocarlas en su lugar.

Te despiertas sobre otro día
Y te cuesta trabajo despegarte del hogar,
Volteas los cuadros que te recuerdan tu lucha,
No quieres que el polvo haga de ellos su residencia.

Esto es todo,
Así es la vida,
Cómoda e incomoda,
Esperando el día próximo,
Esperando el día último.


César Palomares

He ido por todo el mundo.

He ido por todo el mundo,
Vagando por amores,
Mudando por desamores,
Mirando a los abismos,
Y lo negro que puede ser la vida.

He amado muchas mujeres,
Comido de sus senos,
Las he besado en los rincones de los cines,
Las he vulgarizado en las calles,
No miento en absoluto,
Mi perro esta de testigo,
Le cuelgo los recuerdos,
Dejados por ellas.

Mujeres infinitas,
De pantaletas cortas,
Amo sus desdenes,
Amo su ignorancia,
Son brillantes con el sexo,
Mujeres insaciables.

Pero estoy triste,
Vacía se ha tornado mi vida,
Cuando conocí esos ojos,
Italianos parecían,
La amo tanto,
Que no puedo olvidarla,
Es una diosa de cabellos negros,
Toques celestiales en su rostro,
Una mirada infinita,
Que te lleva al más profundo delirio amoroso.

Así es ella,
Sin un ápice de ingenuidad,
Bendita sirena,
Del agua surgiste,
Con dones de estrella.


César Palomares

Sigue mis pasos.

Sigue mis pasos que dejan hullas de letras,
Entra por mi puerta entrecomillada,
Mira a tu derredor y ve las fotos de alfabetos antiguos,
Toma una silla de semántica juzgada
Come en mi mesa de verso y prosa,
¿Que hay de comer? Me preguntas,
Pues no hay libros insensatos,
Sólo las odas que salen mi boca.


César Palomares

Que pases buena noche

Despídete de mi esencia,
Del masaje de mis manos,
Y si se puede
Hazlo también de mis ojos.
Despídete de todo,
De nuestros pies juntos,
Deja el salero y el pan donde los encontraste.
Húyete a donde te proclama el viento,
Deja que te guíe tu nariz perfilada,
Vete con la noche estrellada
Y que pases buena noche.


César Palomares

Hasta mañana amor.

A veces, cuando estamos tu y yo,
Y también el salero sobre la mesa,
Me pregunto sobre nuestra suerte,
Pero después ya no lo hago,
Dejo que el día se apodere de mi;
Escuchar ese viejo tango,
Mirar las fotografías insulsas como su color,
O leer los viejos versos en tu honor,
Mientras tú no haces nada,
Entonces me vuelven las preguntas,
Pero ya es de noche y quiero dormir,
Hasta mañana amor –te digo-
Pero eres tan simple que sólo respondes:
-si, hasta mañana amor-


César Palomares

sábado, 3 de noviembre de 2007

La creación.

Dios creo el universo y con el las estrellas y la tierra con su luna,
Y por sobra de tiempo me creó.
En el segundo día creo la noche y el día, y con estos tu cuerpo,
Te vi clara por las noches, iluminada por las estrellas,
En el día eras inconfundible como rayo de sol,
Después, al tercer día creó tu cabello olor a manzana,
Entonces lo olí y me gusto,
Para el cuarto día ya tenías ojos, unos muy lindos y me viste,
Y me dejaste rozar tu piel desnuda de terciopelo bien cuidado,
Durante el quinto día nos servimos a conocernos,
Tu eras mujer y yo hombre.
Ya para el sexto día parecía que nos habíamos visto hace infinitos ciclos,
Pues no nos separábamos de las manos y de los labios.
Entonces Dios dispuso a descansar en el séptimo día,
Y tú y yo seguíamos conociéndonos los detalles.
Dios los crea y ellos…

…ellos se aman.

César Palomares

Materia dispuesta.

Cualquier materia esta dispuesta a sentir frio hasta los huesos,
Fijarse un punto en su mirada y llegar hasta ahí,
Cualquier materia esta dispuesta a rogar,
Hasta que las palabras se terminen.

El fundamento debe llegar a los pies,
No subir más allá de las pestañas crispadas,
Mencionar tal vez lo que pasó hoy,
Si a caso pensar lo que puede pasar mañana.

Cualquier materia puede sonreír,
Reír hasta morirse de esta,
Pero no sé si la materia es perenne.

La materia nace, crece como rio en días lluviosos,
Y después desaparece, desaparece de las gotas,
De las pisadas lodosas y de ella misma.

No sé cuando, no sé si a las ocho,
No sé si es hoy o en el fin del mundo,

Pero la materia no merece.

César Palomares

Qué es de la noche.

Qué es de la noche sin nuestro beso,
Ese beso y también el otro.
No es nada, hay nada y puedes verlo
Entre la simplicidad de las alas de mariposas.

Puede ser que la noche surja de tus ojos oscuros
Y las estrellas de tus pecas marrones,
No lo sé ahora,
Pero mañana a las doce o una de la madrugada,
Me voy por tu rostro y me estampo ahí,
Y me quedo como loco de atar a la cama,
O sólo como loco de atar.

Qué es de mi sin tu presencia en mis labios,
Sin ese brillo que provoca mi sombra larga en pleno cenit,
Que es de la tierra, de la noche en México
O de un paseo en el mar de los humores.
Qué hay sin ti, pues sin mi, tú sigues.


César Palomares

Vuelves a besarme.

Me dices que no me corte el cabello,
Aunque parezca una enramada,
Y no lo hago,
Ayer me pediste que te besara,
Sabes bien que no tienes que pedirlo,
Sin embargo lo haces,
La otra vez fuimos al cine y vimos una película,
Por cierto muy mala y te gusto,
Soporte el verla sólo por estar bien contigo,
Ahora me dices que vamos mal,
Y te doy la razón,
Pero lo dices y vuelves a besarme.
Pasan los días y nada,
Después me cuentas esas quimeras pueriles,
No las creo pero te escucho sin irrupción.
Ahora me dices que debemos dejarnos
Acepto sin vehemencia,

Y vuelves a besarme.

César Palomares

Odio pedirte un beso.

Odio pedirte un beso y,
Que no percibas que muero por uno sólo de ellos,
Odio hablarte por horas,
Y que no digas palabra alguna.

Odio abrazarte apasionadamente,
Mientras te distrae tu libro favorito,
Odio caminar a tu lado,
Y que no me tomes de la mano

Odio que no me mires,
Que no toques mi rostro,
Odio que creas en dios,
Y no confíes en ti misma.

Odio que retraten tu cuerpo desnudo,
Y que a mí no dejes ni mirarte,
Odio el día en que te conocí,
Porque desde entonces te amo

Odio haberme convertido en un insensato
Y que no sepas que tu eres la razón

Odio extrañarte en las noches frías,
Tu insensible presencia calentaría mi alma,
Odio escucharte querida mía,
Cuando me llaman tus labios dulces y rojizos.

Odio que me hieras,
Ya que el dolor es profundo,
Pero más odio amarte aún,

Y que ya no estés a mi lado.

César Palomares

Amor a la vida.

Amor a la vida
¿A quién? ¿A la vida?
No entiendo, puedes ser más claro.
A-M-O-R -A- L-A V-I-D-A
A la mujer o a la vida,
Pues mi mujer es mi vida,
Tú a tus fetiches pues son tu vida,
Ese otro hombre su libro de Nietzsche
Es su amor a la vida,
Aún no entiendo a lo que te refieres,
¿Escribes?
Pues descríbemelo sin metáforas,
Voy por un café, regreso y me muestras lo que has hecho.
Que buen café americano.Amor a la vida.


César Palomares

Que cómo es.

¿Que cómo es? ¿A qué sabe?
Lo saben los que están solos,
Los que se encuentran entre el cielo y,
Son una nube veraniega.
Si le preguntas a un enamorado te dirá:
Es ella, son sus ojos,
Los labios tibios que me besan,
Sus manos suaves como roce de viento,
Si le preguntas al solitario responderá:
Es la vida,
Vaya sensatez en su respuesta,
Que cuál es la correcto,
No lo sé, estuve sólo y también me enamoré,
Cada quien sabe lo que es,

El amor

César Palomares

Comprendo.

Comprendo la sensibilidad de las flores
De esos rayos solares que queman hasta los huesos,
De las noches en vela, esperando a un hijo desmañanado,
De las horas que pasan y no cesan ni por un minuto.

Comprendo tú mirada ahora, la del otro día,
La de la noche anterior mientras caminábamos con frío en los dedos,
Con los ojos cerrados y hasta bien abiertos,
En ayuna, en días de guardar,
En los rezos del muerto de la risa.

Comprendo que hoy es domingo y quieras caminar,
Que te hace falta el aire del parque verdoso,
Que no puedes vivir sin mirar los lodazales de los patios traseros,
Te duele hasta el alma cuando no lo haces,
Y te quedas tendida como medio muerta

A disposición de las estrellas.

César Palomares

Pienso en la libertad de un circo.

Pienso en la libertad de un circo,
Entre carpas bicolores y no sé si hay mejor escondite.
Pienso en eso y después en lo otro,
Pero lo otro no sé como describirlo,
Si por los colores, olores, o simplemente alegorías.

Creo que las pisadas de un niño deberían fosilizarse,
Pues de adulto serán los recuerdos que mermen su madurez.

Me siento y veo mi derredor plagado de frutos humanos,
Muchos por aquí y hasta cerca de la sombra,
Caminan y no dan señal de cansancio,
Gritan hasta la delgadez de las cuerdas,
Corren, balbucean sus himnos, sus códigos pueriles.

Creo que mis manos, deberían cometer un crimen,
Uno simple, no quiero complicarme la existencia,
Tal vez andar sobre mis manos en la vía pública,
O ensuciármelas con la grasa de los tacos.

Sólo creo que debo descansar
En mi cama o en el pasto del patio trasero,

Pero quiero dormir hasta mañana.

César Palomares

La muerte piadosa.

Tenía alas largas,
Volaba lejos,
De nube a nube,
De montaña a montaña.

Pero desperté del sueño,
Ese sueño eterno de los arrogantes,
Pedí piedad,
A quien nunca se la había pedido,
Intente arrastrarme,
Pero aún era más fuerte mi soberbia,
Jugo de mi vida,
Mi muerte lenta,
Naturaleza inevitable.

Necesito un impulso,
El más fuerte sufrimiento,
No lo quiero de desamores,
No deseo la hostilidad de la gente,
Ellos que me importan,
Rapiñas oportunistas,
Llenos de clavos en las manos,
Sangrando y derramando todo,
Hasta la maldita vida.

Y quiero ya no vivir,
Me duele vivir,Sólo no vivir.

César Palomares

sábado, 20 de octubre de 2007

Kary y Cess

Cess solía mirar las estrellas desde niño, tenía un lugar especial para hacerlo, el cual estaba cerca del mar, donde las luces de la ciudad no ciegan con su resplandor; en ese sitio las estrellas parecían tan cercanas que cuando apuntaba a una de ellas, parecía como si una pequeña luz se postrara sobre la punta de su dedo. Cess llamaba a aquel lugar Kary, ya que era el nombre de un lugar muy parecido al descrito en un cuento que de niño solía leerle su madre. Y ahí pasaba cada noche, platicando su vida a las estrellas, creyendo que lo escuchaban

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En una madrugada después de despedirse de todos los astros se fue a dormir, mientras lo hacía, fue despertado por un gran estruendo y al ver por la ventana, pudo darse cuenta que había sucedido en el lugar donde pasaba cada noche. Salió de la cama a toda prisa, corrió tan rápido que no le causaban dolor las pequeñas piedras que se le incrustaban en los pies, después de un momento todo parecía ya en calma, pero su curiosidad no le dejó regresar a dormir; a punto de llegar al lugar escucho murmullos, algo parecido al llanto de una persona, miró de entre las rocas y pudo ver una silueta sentada sobre la arena que abrazaba sus piernas, se acerco y descubrió que era una niña que al instante dijo que venía de las estrellas y había caído en ese lugar.

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Cess estaba sorprendido por la belleza de aquella niña, se sentó a su lado y la cubrió con una hoja de shenmue. “No llores –dijo Cess- las lágrimas no te permitirán ver las estrellas”, ella volteo y lo miró, le agradeció la ayuda y le dijo –te conozco, hace tiempo que vienes y platicas con nosotras, tal vez no me recuerdes, todas somos tan parecidas.

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El muchacho estaba sorprendido, tanto que sólo atino a preguntarle su nombre; soy estrella y así me llaman –dijo ella– puedo llamarte Kary –dijo Cess- así llamo a éste pequeño lugar –le explicó, la estrella sonriendo asintió a la pregunta. Conversaron casi el resto de la noche pero cuando Kary sintió próximo el amanecer dijo: cuando la claridad del universo esté sobre el mar, desapareceré y regresaré de donde vine; pero te visitaré cada noche y platicaremos. Cuando los rayos del sol aparecieron, la estrella empezó a desvanecerse, no sin despedirse.A la noche siguiente se reencontraron y ella lo llevó a dar un paseo por el universo, montaron estrellas fugaces, y dieron vueltas sobre los anillos de un pequeño planeta, él también le mostraba su mundo. Cada encuentro estaba lleno de sorpresas, eran muy felices, así pasaron mucho tiempo.

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Hubo una noche en que Cess se durmió entre la arena y las hojas de shenmue esperando a la estrella y ésta no llegó; estuvo triste todo el día, pensando mil desgracias.Y no volvió a verla en muchas noches, así que decidió buscarla por el universo, no importándole el tiempo que le tomara.

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Salió en busca de Kary; cuando llegó con el Sol le pregunto: Señor Sol ¿ha visto a Kary? La he esperado por varios días; la he visto hace días jugando con las estrellas fugaces, montaba una y era feliz –dijo el Señor Sol- y Cess le agradeció la ayuda y continuó su búsqueda. Después vio pasar una de esas estrellas, miró hacía atrás y venían más, se lanzó sobre una y antes de llegar a la atmósfera de un pequeño planeta le pregunto: Estrella Fugaz, estoy buscando a Kary, hace muchos días que no la veo y me preguntaba si usted la ha visto, la Estrella Fugaz le dijo que hace poco la había visto cerca de la Luna.

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Saltó y siguió su camino, cuando llegó con la Luna estaba ya muy cansado, se sentó sobre ella y comenzó a llorar, Señora Luna ¿ha visto a Kary? –le preguntó llorando- me han dicho que pasó por aquí, si la ha visto dígame, hace muchos días que no la miro y por eso estoy muy triste, la Luna se conmovió pero no pudo ayudarlo, la ausencia de alguien te muestra cuán importante es, su presencia es preferible sobre los recuerdos, pero a falta de aquella, no olvides buscarla en tu corazón, le dijo la Luna notablemente triste.

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Regresó a su casa y se echó sobre su cama a llorar, cubrió todo su cuerpo con las sábanas y estuvo llorando toda la noche, mientras murmuraba que no regresaría a aquel lugar. Todos los días lo contemplaba desde una distancia prudente, pero no podía evitar que sus ojos se humedecieran.

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Pasaron muchos años y Cess se había convertido en un viejo, pero nunca logró olvidar lo sucedido, aún así quiso regresar al que fue su lugar favorito durante su juventud; lo hizo en la noche y, lo hizo con el mismo ánimo de aquellos días, tal vez en su corazón se arraigaba la esperanza de un sorpresivo encuentro.

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Cuando llegó se sentó y observó las estrellas, no parecía que algo hubiese cambiado, probablemente el mar se había tragado un poco al lugar y no más, comenzó a recordar a aquella estrella y lloró, lloró tanto que formo un pequeño charco debajo de él; siempre los recuerdos se tornan nostalgias, y la mayoría de las ocasiones, las nostalgias traen cargando a las lágrimas -se dijo a él mismo. Cuando miró hacía abajo donde se encontraba el pequeño charco, miró a Kary, sus ojos parecían nubes de un cielo nublado –no llores, las lágrimas no te permitirán ver las estrellas, le dijo Kary-. Dónde has estado, te busqué, le dijo Cess, Kary le dijo: siempre he estado contigo, te he acompañado desde que te conocí, yo nunca me olvidé de ti, hace mucho tiempo que no vienes a éste lugar y creí que me habías olvidado, yo nunca lo haré, a donde quiera que vayas ahí estaré.Kary se había convertido en una gran estrella, que alumbraba todo el universo, y desde entonces Cess se sentaba cada tarde y conversaba con ella, y nunca se volvieron a separar.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Desnuda.

Desnuda lucen más tus cabellos oscuros,
Tu piel tostada a fuego lento es imprescindible
En días que te deseo en el infinito oscuro de la noche .

Desnuda, así, desnuda, de pies y ojos y del sexo,
Desde tu ceja hasta la palabra sin sentido,
De esa forma no se ocultan tus lágrimas,
El aire traspasa los poros de tus ojos marrones.

No me gustas de otra forma, ni con un bello de más,
Ni cuando despiertas del cansancio de tus sueños húmedos.

Desnuda eres como cuando Dios creo a la Tierra,
Íntima, cierta, con lunas en el rostro.

Desnuda eres mía, sólo mía, sin dedos ni miradas.
Sencilla de las uñas,

Desnuda eres linda, desnuda.

César Palomares

Y vuelvo.

Y vuelvo al río que nace de tus muslos,
es cálido el vapor que emerge de ellos,
los amo como a una piedra,
sobre el techo de mi casa.

Y vuelvo a besar tus senos,
Los muerdo,
Y duermo sobre ellos,
Como un infante cansado.

Y vuelo a besar tus labios rosados,
Tan delgados que temo desaparezcan,
Ya que no tendría que besar
Menos aún quien te bese.

Y vuelvo para que seas mi vida,
Y seas mis noches,
La lluvia que cae sobre mi cabeza,

El amor que surge de mi corazón.

César Palomares

Síntesis.

Finalmente somos sólo los dos,
Sin Dios ni Demonio,
Con principio de temores y deseos,
Usándonos según las reglas de la vida
Terminando lo encomendado de anteayer y ayer hoy,

Así, finalizando contigo y conmigo.

César Palomares

Antítesis.

Pero después de eso no existo,
Ni tú cuando estropeas la charla,
Cuando es así, no me queda de otra que verte los ojos,
Odiártelos y de pasó la voz.
Tratar de intimarte con la muerte,
Para ver si te lleva lo despreciado,

O mandarte remotamente con los ciegos.

César Palomares

Tesis.

Estamos juntos, yo a ti y tú de mi aliento,
Somos y no nos perderemos un gramo,
Ni de la simplicidad de caminatas descalzados.
Entonces nos comemos de la boca y de recuerdos
Y después nos perdemos hasta la intimidad,
Hasta que me encuentres las pestañas,

Y yo te halle la tibieza en los dedos.

César Palomares

La Luna.

Y la luna no está,
Si ayer apenas estaba ahí,
Oscurecida de la sombras y de las pecas.

No es su brillo simple de fósforo,
Ni el mito que la resguarda,
Creo que tampoco el cielo de contexto,
No es eso lo que me conforta.

No está y mi mirada se pierde en lo oscuro del vacío.

Me pediste que escribiera de la luna,
Y hoy precisamente que me disponía a hacerlo,
El cielo estaba grisáceo y me dio tristeza,

Además estoy cansado y me acompaña la impaciencia.

César Palomares

Entonces cuando estamos así.

Entonces cuando estamos así,
Solos, completamente locos y solos,
Me pongo a pensar si somos uno o dos,
Si tus ojos son míos o sólo tuyos,
Pero es cuando recuerdo un día en que me dijiste:
Mis ojos, mis uñas, mi olor, mi sexo,
Tú que eres mío, también te pertenecen,
Entonces sonrío y volvemos a estar locos y solos.

César Palomares

Ese hombre.

Me gusta caminar por senderos,
Del tamaño de un átomo,
Aplastar piedras,
Como si fuese un gigante,
Soy el hombre.

Pruebo alguna carne y sé que es la mejor,
Confío en mi paladar fino,
Y en mi olfato,
Quieren lo mejor para mí.

Veo al mundo en dos colores,
No quiero que mi vista se desgaste,
Con trivialidades insulsas,
Que hieren a la gente.

Procuro no salir de día,
El sol me odia,
Y quiere quemarme con un rayo,
Mi brillo lo hace parecer una estrella más,
Donde sólo uno puede ser el centro del universo.

Me aman las flores,
Los girasoles no miran más allá de mi cabeza,
Los reyes me obsequian a sus hijas,
Sólo las más bellas,
Las más inteligentes,
Saben quien soy.

Las aves mueren a mis pies,
Quieren ser probadas por mi lengua,
Les doy la satisfacción,
Es para ellas un honor póstumo.

Aquella casa sobre la colina es mía,
Tuve que cortarle las piernas,
Me seguía a doquier,
Quería protegerme de las lluvias,
Pero la lluvia es un lujo,
Que sólo yo puedo darme.

La creación es mía,
Ni Dios ni nadie puede hurtármela,
Tiene mi sello oculto,
Es un secreto.

Soy más que un hombre,
No pueden describirme las palabras,
Porque mi corazón esta en todo,

Porque mi amor es uno.

César Palomares

Antes y ahora.

Antes solía tener sesiones de pasión y sexo
Ahora hago el amor con timidez,
Antes callaba a alguien con dos o tres palabras,
Ahora callo con un beso,
Antes caminaba tomado de la mano,
Ahora camino abrazado por la cintura,
Antes dormía sólo en la noche,
Ahora me acoge el olor de tu cabello,
Antes deseaba a las mujeres,
Ahora, sólo te amo a ti,
Antes tenía amantes,

Ahora te tengo a ti.

César Palomares

Canción de amor.

Escribir una mentira y después cantarla,
Escribirla y ponerle música sencilla con un piano,
Describirte en ella, eliminar tus detalles,
Hacerla en cuatro cuartos.
Cuando hable de tus mejillas
La música será en do mayor con acompañamiento,
Tal vez una guitarra o un saxofón,
Así nunca descubrirás la letra,
Mi canción de amor.

César Palomares

jueves, 16 de agosto de 2007

Sólo juntos (para Karina a quien amo hasta el infinito profundo de las olas, las estrellas y del cielo y del mismo infinito)

Hoy pudo haber caído una tormenta bíblica,
Tal vez una manzana de su árbol,
Pero no fue así y si pasó no dimos cuenta sobre tales hechos.
Puede ser porque tú y yo estamos juntos y cuando dos seres están así,
No hay algo que les pueda afectar,
No existe envidia entre ellos,
Pesadillas, miradas despectivas, tampoco hay algo de eso.

Más sin embargo alguno de los dos puede entristecer,
Pero siempre estará esa otra parte que la hace sentir completa,
Que existe infinitamente; ese pedazo de su alma, de su corazón,
De su existencia que lo haga surgir de la nada.

Entonces se quedan juntos,
Viéndose los ojos y tejiendo con los dedos la piel del otro,
Se quedan acostados sobre la hierba,
No les importa que sean las tres de la mañana
O que el frío comience a repercutir en sus huesos.

No son más felices pues ya no hay más felicidad que descubrir.

Cuando termina la noche se descubren de pecho y alma
Y él le dice a ella que la ama,
Pero ella no se queda atrás y advierte lo mismo y le agrega una de sus sonrisas,
Esa sonrisa que nadie tiene para él y cae rendido ante tal declaración.

Ya recuperado de la fascinante sorpresa, se toman de la mano y se besan,
Y vuelan entre besos frescos de oriente a occidente y se elevan más,
Hasta allá donde el mundo sólo parece un punto de la escritura.

Cuando vuelven a caer al mundo se separan,
Ya no son uno ni uno y medio,
Sólo son cada quien, con sus voces, con sus alientos, con sus historias.
Y se separan pero él llora pues no quiere alejarse,
Siente un gran tristeza y es cuando ella regresa y vuelven a estar juntos,

No están en uno ni la mitad de uno, sólo juntos.

César Palomares

lunes, 6 de agosto de 2007

Bajo ocasiones emergentes.

Ocasionalmente sufro de partidas,
Partidas eternas o simplemente salidas al mercado,
No sé si mejoran tus caricias enramadas,
O en el mercado compraste frutas con espinas.
En una de estas ocasiones emergentes
Nos besamos, así, sólo nos besamos,
Un beso que me humedece,
Un poema de beso.
No sé distinguirme de él o de la planta de tu pie,
La verdad, no sé distinguir entre un nublado y mi sonrisa.
Harto estoy de tus incursiones sexuales en mi
Que trato de diferenciarte el sexo de la boca,
Pero algunas veces,
Bajo ocasiones emergentes,

Hacemos el amor.
César Palomares

Por si te amo (o cuando no te ame)

No sé si te amo,
Pero disfruto hacerte el amor,
Entre pensamiento novatos y,
Delirios que se fugan de tu boca.

Si te amo,
No tengo nada más que hacer,
Sino esperarte en las noches lluviosas,
Con tu rostro celestial.

Sabré cuando no te ame,
Ya que cuando esté a tu lado,
No veré ángeles guardianes,
Haciendo lo propio con los demonios.

Después de todo, para que el amor,
Cuando los sentimientos intervienen,
Inhiben la locura de la pasión,

Y tanto amor puede ser después odio eterno.
César Palomares

piérdete azulada.

Piérdete azulada en los mares de mis pensamientos,
Fúgate mi Diosa con los astros celestiales de mi cuerpo,
Corre por los campos hastiados de mis cantos dolidos,
Muere por el roce de mis dedos retraídos.

Toma el vino que produjo mi amor,
Bebe poco y con calma,
Y cae en mis brazos embriagada de pasión.

Te despertaré querida de tu largo sueño,
Aunque descubras que yo soy tu invierno,
Prefiero morir amándote cariño,

Que vivir extrañándote en el frío.
César Palomares

La vida triste.

La vida triste,
Puedes medirla con tus pasos,
Recorrerás kilómetros de ella,
Y no tendrá fin,
Tendrás que comer con su compañía
Dormirás y le darás las buenas noches
Y en la madrugada intentarás ahogarla,
Con la almohada de plumas.

Pero recordarás a tu perro,
Olvidaste que debe comer,
Y entonces llorarás,
Es preferible vivir una vida triste
Triste, triste, triste.
Ya que en una vida feliz,
Siempre sorprenden las desventuras,
Es porque no estas acostumbrado a ellas.

Pero algún día,
El sol estará sólo por ti,
Y el cielo lo encontrarás muy rojo,
Y lo despreciarás todo,

Por que ya eres feliz en una vida triste.
César Palomares

Hoy es martes y lloraste.

Hoy es martes y lloraste,
No te importo que fuesen las ocho de la mañana,
Tampoco que el desayuno estuviera insulso.
No llores mi niña,
Predecirme la muerte no debe importarte.
Anda, coge mis ojos del suelo y,
Colócalos como pendientes en tus tiernas orejas,
No sufras de mi muerte imaginaria.

Hoy ya es miércoles y no veo que pares de llorar.
César Palomares

En un beso.

En un beso, puedo sentir un devastador huracán,
Ya no son mariposas juveniles las que revolotean,
Mis manos tiemblan con un beso tuyo.

En un beso, caminan mis ojos sobre todo tu cuerpo,
Observan el infinito azul del cielo reflejarse en tu frente,
Mira pues, que pasiva es mi alma con un beso tuyo.

En un beso, mi mano se acerca a la tuya,
Y mis ojos no se abren ante la despedida,
Mi futuro se aclara con un beso tuyo.

En un beso, se muestran el amor o la pasión,
Sabemos como sabe, como actúa, como ama

Besar es un arte cuando se trata de un beso tuyo.
César Palomares

En el valle del viento.

En el valle del viento mueren las palabras,
Las que son frías hasta el apóstrofe,
No tienen calor ni en los espacios,
Así es tu beso que amo sin dudar.

Muevo mis oídos a posiciones infantiles,
Busco señales con ellos de ti,
Esa intuición heredada de alguien,
Pero no estas y ya estoy cansado.

Me recuesto sobre estas piedras,
Pediré que me cubran con su frío manto,
Hasta aparentar que muero.

Después tus ojos que flotan sobre el aire,
Revivirán mis labios partidos por el tiempo,

Y después nos perderemos en tus cabellos.
César Palomares

Acróstico

Detrás de ahí y de aquí y también de ti misma,
Ando oculto bajo la sombra de tus ojos,
Noche estrellada de mi alma,
Inocente de tu niña hasta tu mujer.
Eres así y de otra forma y de la escritura de mi mano,
Llámame y vendré desde tus ojos y me postraré en tu barbilla
Ámame y me vendré de tu alma a la mía.

César Palomares

lunes, 2 de julio de 2007

Piérdete y piérdeme.

Vete, coge el primer vuelo al olvido,
No lleves mi sobra, ni mis labios ya vacios
Húndete ahí, ahí donde nadie quiere estar
En ese sitio donde queman a los locos y mentirosos.
Piérdete entre las piedras y pide asilo a sus residentes,
Fúndete con las sombras, allá en la oscuridad infinita,
Escóndete la voz, no dejes que tus ruidos perturben mi alma.
Disimula tu presencia como lo hace el vacio
Relega por siempre de ti, llora, manotea el aire,
Llórate un pantano y sumerge tu forma,
Tus cabellos, tus uñas, tu sexo, tú.
Olvídame de tus ojos mañana,
También hazlo en lunes y domingo y
Si se puede, olvídate de ti,
Déjame para que puedas ser.
Piérdete y piérdeme.
César Palomares

No falta algo.

Estrellas en la palma de tu mano,
Años ocultos en el baúl de cedro,
Migajas de pan esparcidas en el aire,
Milagros de un santo pagano,
Arena acumulada en el cabello,
Caminar en un lunes invernal,
Mirar el horizonte de personas,
Hojas secas en el suelo y pisoteadas
Y donde estoy yo no falta algo.
César Palomares

La espera.

Ya no huiré de las sombras,
Es cansado caminar y ver que nada pasa,
Es doloroso vestirse de amor para ti,
Y la espera se vuelve eterna,
No llega nadie a arroparme,
El viento me despoja de los muros,
Sucumbe a mis cimientos,
Parece que no llegarás,
El reloj me recuerda algo,
Por qué no debo amar.
César Palomares

La casa en la playa.

Los sentimientos salen a flote,
Y la pasión nos ve
Comiéndonos y ocultándonos,
Cada día existido.

Volamos sobre la cama,
Que los dos llenamos cada amanecer de pesadumbre,
Y que por las noches sacudimos
En las ventanas infinitas de nuestros ojos.

Pasan tormentas,
Llenas de iniquidad
Y también pasan los demonios,
Con sus aires de grandeza,
Demoliendo todo a su paso.

Nadie puede tirar esta casa
Mi hogar lleno de gracia tuya
El único refugio
Listo siempre para amarnos eternamente.
César Palomares

La belleza de tus ojos

La belleza de tus ojos,
Es igual a la de tus manos tibias,
Y tus piernas desnudas,
Quiero vivir, déjame vivir,
Quiero ser el niño de tus ojos.

Ni el más loco,
Menos aún el más sensato de los poetas,
Sabe describir su belleza,
Quémame con ellos,
Quiero morir de tus ojos,
Y después levántame con tus manos de seda,
Y con tus labios rojizos,
Sopla mis restos,
Que tu aliento me hará emerger de mis cenizas.

Cuando suceda eso,
Sé que te quedaras conmigo,
Porque es un rito,
El que me mires con tus celestiales ojos.
César Palomares

Enemistad.

Perder el afecto de alguien,
Es como bailar entre sombras,
En el centro de un salón oscuro,
Tu compañero de baile sólo sigue tus pasos,
Pero no te cuenta su vida al oído.

Es triste no tener oídos amigos,
Las comidas se tornan funerales,
Los días parecen evaporarse en el éter(en el vacío),
Y la vida es un círculo,
Interminablemente sin ángulos.

Buscas en el aire palabras,
Que den señal de alguien a quien amaste
Pero no pasa nada,
El aire es sólo aire,
Donde las gaviotas agitan su par de alas.

Perder la amistad,
Es como escuchar una sinfonía inconclusa,
Falta algo al alma,
Caminas por suelos lodosos,
Sin darte cuenta que te hacen falta los zapatos.

El corazón no resiste por mucho tiempo,
Nadie más puede decirlo mejor que yo,
Ya que bailo solo en la noche
Sobre calles húmedas descalzo.

Acércate un poco al arroyo,
Contempla el reflejo perfecto,
Observa y veras a otra persona,
Deja que se vaya,
No la sigas ya que ella hará ese trabajo.
César Palomares

Desventura.

A dónde van los que aman,
Y el desamor les entra por los huesos,
Quieren ser un mundo,
Aspiran a ser todo para alguien,
Nadie los habita,
La lluvia se ofende cuando es llamada por ellos,
No quieren rayos solares,
Quieren la oscuridad de su desventura,
Proclaman por la muerte y apenas nacieron,
Se creen heridos de muerte,
No quieren darse cuenta que se trata sólo de un golpe,
Es triste, esta tristeza con alas.
César Palomares

Aparte de mi.

A parte de mi hay una copa de vino,
Dicen los solitarios que hurgan las estrellas,
Con miradas pacificas y pensamientos oscuros.
Ensombreciendo lágrimas calladas.

Usan los dedos para contar el tiempo,
Nunca acabarán los ricos desdichados,
De este trabajo inútilmente útil,
Despreciados por siempre en el infierno.

Y vuelven a los recuerdos ocultos,
Formando imágenes alegres,
Momentos lluviosos de su mente.

Caen en sueños eternamente limitados,
Padecen de aburrimiento común,
Ya que están vivos y no tanto.
César Palomares

Caminates

Caminemos por la orilla de esta vida nuestra,
Todos quieren saltar, correr o cruzarla,
Nosotros somos diferentes,
Y no queremos terminarla rápido.

Los caminantes son los más elocuentes,
Sólo quieren vivir en paz,
Una vida ya formada,
Caen y vuelven a caer,
Pero nada les impide levantarse,
Y volver a comenzar.

Me agradan los caminantes,
Tienen tiempo de leer mucho,
Leen a Sócrates y a Nietzsche,
Y deducen quien tiene razón,
Sí el amor o la locura.

Pasan por los festines que la vida les otorga,
Probando los mil sabores de las mil copas,
No les atañe que sean amargos,
Pero prefieren sabores dulces,
Les agrada empalagarse con las mieles de la vida,
Esperando sólo comer lo suficiente,
Para no sufrir los estragos.

No los detienen los funerales,
Solamente los acompañan con un adiós y un hola,
Ante el ocaso de los hombres.

Caminando recordamos mejor las cosas,
Ya no todo es blanco en la mente,
Ya no todo es negro en los corazones,
Brillan los colores del arco iris,
Para los caminantes enamorados.

El camino les ha de poner baches,
Profundos como los abismos,
Pero aun así no los brincan,
Están enamorados de la vida,

Serán obligados a muchas cosas,
Correrán cuando la muerte los persiga,
Brincaran al que creerán su último obstáculo,
Y cruzarán los caminos sin siquiera echarles un vistazo
Pero así son los caminantes
Esperando caminar por nuevos caminos
En busca de su vida.
César Palomares

Sólo te conozco.

No te sé,
Pero me agrada el olor de tu cuerpo,
Besar tus inagotables labios,
Morder tus eternas orejas.

Aún no te sé,
Aunque sigo amando tus cabellos,
Como los de la Diosa Venus,
Largos y brillantes.

Todavía no te sé,
Y creo que no quiero saberte,
Tengo miedo a conocer tus secretos,
Y saber que escondes.

Te confesaré algo,
Parece que ya te sé,
Desde hace mucho que te sé,
Pero no quiero decírtelo,
Ya que si lo descubres huirías de mi lecho.
César Palomares

viernes, 1 de junio de 2007

Cuatro momentos de fin a inicio.

4
Tanto te amo,
Te amo cuando enfermas y te velan mis ojos,
Cuando lloras y mis labios besan tus lágrimas,
Te amo porque también me amas
3
Escribí en mi pecho: ama,
Y todo de mi busco amor,
Hasta que en la orilla del cielo
Emergiste y entraste en mi corazón
2
Haré un hechizo y lo verteré en ti,
Caerás entre mis brazos y
Cuando despiertes,
No existirá alguien más que yo,
Y me necesitarás hasta tu último aliento
1
Quién me creerá que existas
Si en ningún tiempo se han visto
Ojos tan hermosos como los tuyos,
Si el sol los viese,
Celoso estaría de su presencia.

Amo pedirte un beso.

Amo pedirte un beso,
Y que percibas que muero por uno de ellos,
Amo hablar contigo por horas,
Y no te harten mis palabras tontas.

Amo abrazarte apasionadamente,
Mientras acaricias mi cabello,
Amo caminar a tu lado,
Y que me tomes de la mano.

Amo que me mires,
Que toques mi rostro,
Amo que creas en dios,
Pero aún más que confíes en ti misma.

(Amo que me ames,
Por eres vida en mi vida.)

Amo haberme convertido en un insensato,
Y sepas que tú eres la razón.

Amo extrañarte en las noches frías,
Tu imagen calienta mi alma,
mientras tus brazos llegan para cubrirme.

Amo escucharte querida mía
Cuando me llaman tus labios dulces y rosados.

Amo que estés conmigo,
Que seas mis ojos, mis labios, mis oídos,
La pasión que emerge de mis sentidos.

Amo el día que te conocí,
Porque desde entonces te amo.

A la tristeza.

La tristeza es buena en compañía,
Nunca la pruebes en la soledad,
Podrías caer dormido profundo,
Y cuando despiertes,
La resaca será devastadora.

Recuerda dormir en paz con ella,
Mejorará tu vida,
Y estará para cuando la necesites,
No te molesta cuando quieres llorar,
Paradójicamente,
Espanta al gato que merodea por tu regazo,
En busca de felicidad.

Camino sin la misma gracia de ayer.

Camino sin la misma gracia de ayer,
Mis zapatos están agotados y no les doy descanso,
Me cansa caminar de estomago,
Mis cabellos también estas exhaustos,
Han cumplido su misión pero están ya calcinados,
Pienso utilizarlos de tiza y dibujarme una cama de aire,
Con almohadones rellenados con mi hambre y locura.

Estoy tan cansado de caminar,
Este camino se ha vuelto cíclico y color de llanto,
El cielo parece de concreto, uno muy resistente,
Uno que no permite la entrada de aires de felicidad.

Y es cuando veo que estoy cansado de la vida,
Necesito cegarme de mariposas y luces en las calles.
Ya no quiero los entierros de ideales,
Ni las flores de sueños marchitas por descuido.

En la próxima vida ya no querré vivir de espinas,
De collares de uñas de aves melancólicas,
Hasta me cansa pensar en otra vida.

Por qué he de amarte.

Por qué he de amarte,
Tienes los ojos falsos de un gato nocturno,
Tu cabello huele a madre que amamanta a su hijo,
Tus labios rosados mienten porque son azules.

Aún me pregunto por qué he de amarte,
Si tus orejas parecen hechas de problemas vanos,
De esos donde la respuesta es si o no,
Mírate los dedos, parecen cuchillas afiladas,
Listas para no cometer un crimen,
Pero tampoco para prepararme una cena.


Parece que nada cambia y no creo que lo haga,
Tú eres la misma mujer y yo,

Yo el hombre que se pregunte: ¿por qué he de amarte?

Ven y escóndete.

Ven y escóndete,
Noche que no sabe admirar su brillo,
Relaja tu viento de boca,
Hazlo que repose infinito por las mañanas
Y al atardecer vierte tu locura.

Camina y tómate de la mano,
Huye ahí, donde te pierdes de humor
En el mar de los humores.

Distan tus ojos de tu sexo,
Cosas que no saben como hablarse y,
Dista tu muerte y mi vida,
Momentos incapaces de mirarse.

martes, 22 de mayo de 2007

Hazme de ti.

Hazme de ti
En noches estrelladas con cantos de tu boca,
De tu cuerpo, de tu lengua,
De tu pasión y tus sueños más profundos hazme,
Súrgeme de una mirada tuya
Une tus cabellos con tus labios,
Tal vez ahí me encuentres,
(como aquella noche en el río)
O búscame en tus ropas,
Sácame, agota la vista de tus ojos,
Si no me encuentras, créame,
Con tus manos nebulosas fórmame,
Hazme de tus huellas, de sombras matutinas,
De recuerdos olvidados, de palabras jamás pronunciadas,
Necesítame ahora que aún llueve y es estío,
Realízame, moldéame, deshazme y vuelve a intentarme,
Fúndeme con una parte de tu cuerpo que,
Sólo te quiero necesitar, vivir, amar.

Profecia.

Mañana llegará con el sol de cómplice,
Y traerá en las manos al universo,
Dueña será de tus ojos alegres,
Sentirás que la tristeza se desvanece,
Cuando ella cruce como viento,
Las ventanas de tus pupilas.
No es de fuego, tampoco de agua.
Ella mira al cielo sin buscar estrellas,
Anda sobre el aire desprendiendo sus necesidades,
Y ondea en el viento tu nombre,
Permanece atento al viento,
Esas palabras que buscas,
Esa voz que extrañas,
Esos labios rosados,
Estarán mañana,
Pero no olvides que llegó del viento,
Y el viento no permanece quieto.

Del infierno.

¿Qué es el infierno? preguntan todos,
Yo puedo asegurar que no es fuego,
Ni sueños donde mueres de risa,
Junto a miles de simples alegorías.

El infierno es la tristeza sobre la vida,
Una vida inútilmente vivida,
Entre paisajes con nubarrones grises,
Serpientes del cielo desdeñadas.

Y del infierno surge el deseo de vida,
Que anteriormente despreciabas,
Profiriéndole maldiciones en los vientos.

Ya sientes lo que es el infierno,
El libro de tus memorias ahogado,

Por el humo del fuego de tu sombra.

Llévame contigo.

Llévame contigo en tus memorias,
Quiero ser tu pensamiento,
Para lidiar con tus sombras,
Y disfrutarte en tu sueño.

O soy tu arete,
Y pendo tocando tu cuello,
Precioso y suave,
Mi dulce anzuelo.

Fuego de mi hoguera,
Incesante como siempre,
Te quiero sin coherencia,

Hasta la muerte.

Poetas.

Poetas, no escriban letra alguna,
Paren su canto reflejante de alabo y amorío,
Que pues no ven la transparencia de mi alma,
Quiero que vague por sus ideas y termine en sus letras.

Les digo que paren ahora el ritmo de su mano.
El mundo estuvo en silencio
¿Alguien dio cuenta de tal hecho?
Parecen más importantes los ojos de una amada,
Hasta los cantos al aire emergen sin censura.
Creo que estoy tan triste,
Que creo poetas,
Deberían abusar de mi tristeza.

Les invito, no usen subterfugios baratos,
No teman cruzar con su lecho a la verdad,
Ya no sean sofistas para los locos y enamorados y,
Entren, a éste, el último exilio.

viernes, 18 de mayo de 2007

Y...

Y tú serás la misma en el eterno retorno,
Y yo te amaré con la misma intensidad,
Y estuviste ayer y también hoy,
Y sé que estarás mañana, entonces yo te amaré y seré feliz,
Y estarán tus ojos cafés profundos y tu barbilla de montaña sagrada,
Y ahí estaré yo para amarte como nunca,
Y mirarás en cada lado mis ojos que tanto amas,
Y así me crearás cada parte mía.
Y serás a la luz de la luna y también en época de estío,
Y yo te amaré de nuevo,
Y serán tus cabellos de aire y también tus labios abrasados,
Y yo te amaré hasta que me pidas que me vaya,
Y tú serás mía y tu piel de la yema de mis dedos,
Y también tu aliento de mí respirar,

Y yo seguiré ahí para amarte sin descansar.

Comenzar de nuevo.

Si soy mujer cuando escondo mis miedos entre mis cabellos,
Si soy animal cuando miro a todos los lados con paranoia,
Si soy la nada cuando todos me abandonan o me olvidan,
Pienso en oscuro y también en mi boca,
Pienso pero no veo que exista,
Aligero mi memoria tirándole los recuerdos.
Pienso más en arte que en mi amada,
Pienso que soy la noche y no me falta nada,
Si soy de aire, me dejaré ir al último rincón de mi mano,
Si soy de carne y hueso, sangre y ojos, sé que viviré,
Si soy sólo yo, basta con comenzar de nuevo.

Cartas a Freud.

Durante la primavera de 1939, la situación político-social en Europa era delicada, los nazis estaban ya expandiendo su territorio; Austria fue una de estas naciones anexadas a la Alemania nazi.
Freud tuvo que huir de Austria debido a su condición judía, que por entonces la habitaba, ya que era profesor de la universidad de Viena. Llegó a Inglaterra con pocos recursos y un cáncer que le complicaba la situación. Un día mientras Freud realizaba una de sus caminatas, tuvo un ataque de tos, en cual lo llevó al suelo ante la mirada de una persona que se encontraba a veinte metros, éste corrió para auxiliarlo, lo levantó y sentó en una banca mojada que se encontraba cerca; gracias pero hubiera preferido que la tos pasará mientras estaba en el suelo ya que mi traje se ha mojado, el hombre no atendió a lo dicho ya que estaba intentando reconocer el rostro de aquella persona a quien había ayudado.
Freud le agradeció la ayuda, no sin antes preguntarle su nombre, a lo que respondió: Whilem, mi nombre es Whilem y usted es el profesor Freud, así es –dijo éste. Nuevamente gracias y me retiro ¿puedo acompañarlo? pregunto Whilem, podría ser que sufra otro de esos ataques y no haya alguien quien le ayude; no se preocupe mi estimado caballero –dijo Freud- me iré solo y puedo asegurarle que no pasará nada. Freud había caminado cinco minutos cuando dio cuenta de aquel señor quien lo había ayudado hace unos minutos, estaba tras de él, siguió caminando sin preocupación alguna, viró hacía ambos flancos y vio una pequeña casa que tenía la puerta abierta, entró, dijo un saludo a los que ahí se encontraban e inmediatamente les pidió su ayuda, les advirtió que era seguido por un señor de mala facha, y quería que le permitieran permanecer por algunos minutos.
Todos comenzaron a platicar con el doctor Freud sobre trivialidades, cosa a la que no estaba acostumbrado, pero tenía que corresponder a la ayuda prestada por los señores de esa casa. Cuando pasaron muchos minutos y hasta más de una hora, Freud decidió abandonar la charla y retirarse del lugar, agradeciendo la ayuda y la taza de té; salió tranquilo al ver que no estaba aquel hombre y se encamino rumbo a su hogar.

Aquel hombre que seguía a Freud no lo hacía con malicia; era un hombre culto, adinerado, que en el momento que salvó al doctor, él estaba esperando a una de sus amantes, cuando corrió en auxilio de aquella persona por entonces desconocida, no pensó que fuese tan notable sujeto.

Whilem tenía un sueño frecuente, en el cual era perseguido por un ropero viejo en una calle terrosa, éste ropero fue desechado cuando Whilem reveló dicho sueño durante su niñez. El sueño fue el motivo por el cual siguió a Freud, sabía bien quien era y también que le podía ayudar. Cuando éste lo vio entrar en aquella casa, supuso que era su hogar, no le fue extraño que un hombre con semejante talento viviera en un lugar así, pues conocía su estado económico, se echó a andar y cuando estuvo cerca, copió la dirección que se encontraba a la cabeza de la puerta, obtenida ya ésta, se fue del lugar.

Whilem tenía muchos recursos, era muy conocido en la región, tenía varios viñedos y producía el vino. Tenía tres hijos, dos hombre y una mujer: los dos varones eran unos despilfarradores y la hija tenía amoríos con un hombre casado; de alguna de estas dos situaciones no tenía conocimiento; siempre se preguntaba por qué la gente murmuraba cuando le veían por las calles, nunca supuso que se debía a los actos de sus hijos.

Whilem sabiendo sus alcances económicos no dudó en hacer tratos con el Doctor.
Escribió una carta en la cual disculpaba su comportamiento del pasado encuentro y también le expresaba su admiración y como tercer punto, le pedía ayuda a una situación que le incomodaba, era aquel sueño extraño con el ropero. Terminó la carta deseándole pronta recuperación y referente a los honorarios, que no se preocupara.

Pasó un par de semanas desde aquella carta, la desesperación se postró en su mirada, quien se preguntaba si la carta había llegado y si había llegado por qué no la contestó. Salía de su casona con la intención de ir en busca de Freud, pero al llegar a aquella calle donde creía que vivía, algo lo detenía, pudo haber sido el pensamiento de rechazo u otra cosa parecida y él no podría soportarlo, esto pasó muchas veces y cada una de éstas volvía. Cuando pasaron cuatro semanas desde aquella carta, recibió una, era la respuesta que decía:

“Mi estimado caballero Whilem, he leído muy atento su carta, y le puedo decir que es de mi interés su caso, necesito que me narre su sueño, lamento no poder atenderle personalmente, mis ocupaciones son varias y no quiero atenerlo a un horario que sé de antemano no podré cumplir, así que le pediré tengamos comunicación mediante cartas, espero que en la próxima me relate detalladamente el objeto de estudio. Le enviaré también la correspondiente cuenta de los honorarios. Cuídese y esperaré su pronta carta.

Fue muy reconfortante para él recibir una respuesta, aún más cuando era muy esperada, así que se dispuso a rememorar los más detalladamente su sueño que iba transcribiendo; recordó que en éste se encontraba jugando con dos amigos de la infancia, de pronto estaba solo en esa calle terrosa y la noche se había postrado en el tiempo, cuando giraba su mirada hacía atrás, se encontraba un ropero color café, que media derredor de dos metros, no era muy ancho, y cuando comenzaba a correr el ropero lo seguía muy de cerca, tenía la sensación de no correr mucho, por lo contrario, entre más intentaba correr más disminuía. Ahí terminaba el sueño y ahí terminó de describírselo al doctor Freud, escribió la despedida y sello el sobre. En otro sobre colocó cincuenta libras esterlinas y una nota que decía: “espero sea suficiente ya que si no es así, hágamelo saber”.

Envió ambos sobres con un mensajero a la dirección que tenía. Cuando el mensajero llegó, dejo los sobres en manos de una señora diciéndole la procedencia de tales y para quien eran, después de hacer eso dio media vuelta y se marcho, llegando a la casona dio cuenta de lo sucedido; Whilem estaba feliz al escuchar que la carta había sido entregada.

Las sucesivas respuestas del doctor Freud a otras cartas enviadas por el señor Whilem le parecieron extrañas, estaban llenas de muchas trivialidades, después de diez cartas no había obtenido un ápice de ayuda así que decidió que en la siguiente carta le pediría que concluyera su caso. Esto sucedió en diciembre de 1939, lo que no sabía el señor Whilem era que Freud había muerto dos meses atrás y las dos últimas cartas que éste le había mandado estaban fechadas una en octubre y otra en noviembre.

Fue enviada la carta a Freud pidiendo un pronto resultado al estudio del sueño de Whilem, mientras tanto, éste solía pasear por las calles, pensativo, confuso, pareciera que estaba perdiendo la fe en el doctor, casi llegando al punto de desconfiar en sus habilidades.
Whilem recibió un gran sobre el cual abrió y extrajo las páginas de un diario que estaba fechado el 23 de septiembre, el reporte decía: fallece el médico, filósofo y neurólogo Sigismund Schlomo Freud de una sobredosis de morfina, Whilem no podía creer la muerte del médico, pero aún más extraño le parecía la fecha de su muerte ya que había recibido cartas uno y dos meses después del fallecimiento del médico. Simplemente dejó a un lado el periódico y se retiro de su estudio.

Carta de un moribundo

Escribo esta carta a mis seres cercanos y amados, a mi familia y amigos.
La muerte no es el mejor recuerdo sobre una persona, es profunda, es dolorosa, pero también es un alivio saber que ha muerto alguien a quien amaste y sufría en vida, te dan ganas de empuñar un par de copas e ir corriendo y sacarle del ataúd, abrir un vino añejo, de preferencia tinto, brindar por horas rememorando los tiempos pueriles.
Eso sentía en cada muerte de mi círculo cercano, sólo que yo, yo no sé reír en situaciones parecidas, siento gusanos en el estómago, comiéndose mis entrañas, saliendo por mis ojos y dejándome con el dolor. Ningún funeral es agradable, te obligan a ver a personas a quien siempre odiaste, a tu proverbial tía, que hizo de ti, el paria de la familia.
La agonía se prolonga aún mas cuando vistes de negro, te sientes el muerto, sólo que tu caminas y vas regando los huesos a cada paso que das, y no encuentras adónde sentarte o algún rincón en el que puedas llorar sin ser visto. Te avergüenza llorar en público, pero deberías mostrarte ante todos, así de esa manera; la gente llorando es bien vista, creen que amaste al que yace en el ataúd, pero no es así para la mayoría, lloran porque te llevas algo más importante que una amistad o su corazón ya roto; lloran los desdichados, ya que no podrás ayudarlos en sus problemas, lloran por tus consejos valiosos que se han de ir con tu cuerpo.
Descubrir que nadie te amo antes de tu ocaso, debe ser una doble muerte. Quisieras emerger de tus restos, odiar a toda la muchedumbre y dar consejos llenos de odio infinito.
Y caminarás por todos lados, te toparás con gente peleando, arrancándose el corazón, desorbitándose los ojos unos a otros, a los niños llorando como perros maullando, y te sentarás en la piedra de la esquina, a reírte de tu obra draconiana, pero pronto la risa se fugara de tu rostro, ya que donde estas sentado se trata de la piedra donde jugabas en tu niñez, entonces recordarás que alguna vez fuiste feliz, que toda la gente te traía en sus ojos, te cargaban entre sus manos llenas de felicidad, celebrando tu virtuosa etapa infantil.
¿Quieres llorar por lo hecho? Todos los que cometen errores desean llorar, pero no pueden, ya que viven en grandes ciudades, donde los faros nocturnos no les impiden esconder ese dolor en la oscuridad, provocado por sus pensamientos egoístas. Entonces huyen al mar, se escabullen entre las olas y, mientras nadan, comienza su llanto, nadie se dará cuenta de que lloran, las lágrimas se revuelven entre el agua salada, pero al salir, tus ojos están hinchados, rojos, el rostro se torna pálido. Es difícil esconder un rostro que ha sollozado, pero ya no importan los tabúes, es preferible llorar como un niño, o como un perro.
El día que murió mi madre, fue sobre una noche invernal, ya lo percibía, el aire me susurraba al oído dos días antes. Quería prevenirme de la ausencia venidera, entonces decidí abrazarla, darle algunos besos pendientes. Cuando llegó el momento, no me sorprendí, la gente me reclamaba mi falta de corazón -así lo llamaron, me quemaban con los ojos; al darme el pésame, me saludaban con sus manos, yo sentía que sus dedos eran agujas con veneno, hormigueaban las mías a su contacto y, tan fuerte apretaban, que sentí mazos golpeándomelas. Pero no es un dolor que muera alguien a quien amaste, que hizo tu vida, y que practicarás sus enseñanzas en un mundo hostil, como ella solía llamarlo, ay, en ocasiones la tristeza me secuestra, y la recuerdo cuando no sé preparar una taza café, quisiera sacarla de ese cubo de tierra e invitarla a cocinar mi platillo favorito, sentarla a mi lado, platicarle mis problemas amorosos, recibir un sermón y que al final me regale un abrazo lleno de comprensión. Hasta nunca madre, pero si existe ese otro mundo en que tanto creías, espero verte ahí, pronto.
Y lentamente vas quedando sólo, las personas van desapareciendo, las personas a quien amaste. Antes caminabas por el parque y a tu paso encontrabas a los ancianos que daban comida a las palomas, siempre los observaste y algún día te atreviste a platicar con ellos, rieron juntos y hasta tañeron la lira, pero ahora, ya no sucede, el tiempo se come a la gente, los envuelve entre minutos y horas, los hace descansar por la eternidad o tal vez hasta el próximo retorno del todo.

De esta forma es como te divorcias más fácil de la gente, si odias a alguien, no se lo demuestres, espera a que muera para hacer una tregua, llevándole ramos de lirios o tulipanes, las que fueron sus favoritas.
Tal vez mueras tu primero, talvez no te gusten las flores, odiabas el olor de la naturaleza, preferías el olor comercial de una ciudad cosmopolita. Para eso sirven las epístolas, tus deseos quedarán por anticipado, talvez no quieras que esa tía con prejuicios medievales llegue vestida de negro a tu funeral, sentirás que descansa contigo, a tu lado, pero el ataúd es sólo para uno. Bienaventuradas las epístolas.

Finalmente, el aire me ha susurrado mi ocaso. Reconozco su retrazo, mi visión comenzaba a desaparecer, conversaba con gente que no existía, era sólo el recuerdo y unas cuantas fotografías postradas sobre las sillas. En eso he convertido mis recuerdos, en infinitas memorias de infinitas personas, en infinitos lugares de tiempos infinitos, quiero convertirme en algo infinito, que nunca muera en la memoria de mi perro. Ah, mi perro, aún no decido si llevarlo conmigo o dejarlo que cuide de nuestra casa, hasta que desaparezca también sobre el pórtico, en el cual descansaba su pequeño cuerpo negro o dejarle encargado con el vecino al que tanto odié y que muerda y coma sus flores que tanto ama. Creo que sólo lo llevaré conmigo, el nunca me ha abandonado, después de todo, lo extrañaría más que ha un amigo, esos oportunistas, esperando necesitar algo para pedirlo y cuando lo tienes no lo piden, te lo arrancan de los brazos, con el riesgo de llevarse también tus manos, pero ya no quiero hablar de esos humanos aparentes. Me despido del mundo y no tanto, ya no tengo un por qué para quedarme, ya todo lo hice, menos creer en Dios. Disculpen que me despida –creo que no debería ofrecer disculpas, ya que yo no querré disculpar sus faltas. Desde hace unos minutos alguien toca la puerta y, mi perro no ha salido a ahuyentar al visitante, algo extraño en sus predecibles hábitos. Me despido hasta que el círculo comience la siguiente vuelta, además, el visitante esta por tirar la puerta de mi hogar, adiós, hasta siempre.

Sal de tu ser.

Sal de tu ser
Mar infinito de infinitas visiones,
Acuesta sobre la montaña más alta de mi mano,
Tu esencia de calores matutinos.
Sal de ti,
Entra en la arrogancia de impertinentes aves nocturnas,
Gira y sigue girando en el vórtice callado
De semblantes rosas y azulados,
Sal otra vez de ti misma,
De tus pies que hacen huellas profundas,
De tu océano de niñerías,
Invita a tu alma a postrarse sobre tu alma,
Calla y escucha tu voz, sonido grabado de otros tiempos y,
Sal de ti para que puedas entrar en ti misma.