Que no percibas que muero por uno sólo de ellos,
Odio hablarte por horas,
Y que no digas palabra alguna.
Odio abrazarte apasionadamente,
Mientras te distrae tu libro favorito,
Odio caminar a tu lado,
Y que no me tomes de la mano
Odio que no me mires,
Que no toques mi rostro,
Odio que creas en dios,
Y no confíes en ti misma.
Odio que retraten tu cuerpo desnudo,
Y que a mí no dejes ni mirarte,
Odio el día en que te conocí,
Porque desde entonces te amo
Odio haberme convertido en un insensato
Y que no sepas que tu eres la razón
Odio extrañarte en las noches frías,
Tu insensible presencia calentaría mi alma,
Odio escucharte querida mía,
Cuando me llaman tus labios dulces y rojizos.
Odio que me hieras,
Ya que el dolor es profundo,
Pero más odio amarte aún,
Y que ya no estés a mi lado.
César Palomares