si bien las piedras son bellas y
más cuando son rozadas por algún agua,
de algún río de un pueblo cualquiera.
Si quiero escribir de ella o de lo otro
me invade el recuerdo de la nada
y me pongo a describirla,
ahí ella con su hermoso vacío,
y sus ojos de aire que no huele.
De que me sirven las musas cotidianas
de senos bien formados
o de espinas sobre el tallo
cuando tengo frente a mis ojos,
un gato amarillo.
La inspiración es la intimidad con la cosa,
la contemplación de su ánima
y la traducción de su forma a las letras.
Las musas no son objetos pendientes
en la plaza de tus pensamientos,
las musas son tus tiempos más pequeños.
César Palomares