jueves, 16 de agosto de 2007

Sólo juntos (para Karina a quien amo hasta el infinito profundo de las olas, las estrellas y del cielo y del mismo infinito)

Hoy pudo haber caído una tormenta bíblica,
Tal vez una manzana de su árbol,
Pero no fue así y si pasó no dimos cuenta sobre tales hechos.
Puede ser porque tú y yo estamos juntos y cuando dos seres están así,
No hay algo que les pueda afectar,
No existe envidia entre ellos,
Pesadillas, miradas despectivas, tampoco hay algo de eso.

Más sin embargo alguno de los dos puede entristecer,
Pero siempre estará esa otra parte que la hace sentir completa,
Que existe infinitamente; ese pedazo de su alma, de su corazón,
De su existencia que lo haga surgir de la nada.

Entonces se quedan juntos,
Viéndose los ojos y tejiendo con los dedos la piel del otro,
Se quedan acostados sobre la hierba,
No les importa que sean las tres de la mañana
O que el frío comience a repercutir en sus huesos.

No son más felices pues ya no hay más felicidad que descubrir.

Cuando termina la noche se descubren de pecho y alma
Y él le dice a ella que la ama,
Pero ella no se queda atrás y advierte lo mismo y le agrega una de sus sonrisas,
Esa sonrisa que nadie tiene para él y cae rendido ante tal declaración.

Ya recuperado de la fascinante sorpresa, se toman de la mano y se besan,
Y vuelan entre besos frescos de oriente a occidente y se elevan más,
Hasta allá donde el mundo sólo parece un punto de la escritura.

Cuando vuelven a caer al mundo se separan,
Ya no son uno ni uno y medio,
Sólo son cada quien, con sus voces, con sus alientos, con sus historias.
Y se separan pero él llora pues no quiere alejarse,
Siente un gran tristeza y es cuando ella regresa y vuelven a estar juntos,

No están en uno ni la mitad de uno, sólo juntos.

César Palomares