viernes, 14 de noviembre de 2008

La partida

El día de la extinción está por comenzar,
a últimas semanas ya tenía en mi nariz ese olor de ausencia
que provoca la tristeza incrédula y serena,
cada vez más y más y después un poca más
no hubo alguien a quien cuestionar la desolación en las cosas.

La partida que comenzó con tus ojos
continuó con el resto que no me importa,
pues no está el mar en el que me gustaba bañarme
ó la dulce casa que me abrigaba con su cálida chimenea;
negra por el hollín provocado los domingos nocturnos
de convivencia con la callada sombra de las llamas

Aquí porque no hay tiempo de llorar
pues la primavera no lo permite,
y el estado del tiempo mojado y,
que sigue lloviendo a cantaros,
se lleva a corriente mal intencionada
los restos de un naufragio.

Te quiero, pero te llevaste mis letras,
la inspiración en mis poemas y,
el momento en que se unen tus años y los míos.

La honestidad de la presencia de la nada,
me da pie a entrar a las calles
y despojarme en presencia de catedrales
mi espíritu religioso,
y prometer a un Dios de creación original
que tu partida no será más que la mía.

Y consciente de que hoy es El Día,
me rindo y te dejo para que termines
con la partida.

César Palomares

De hace un año

De hace un año
a tiempos de hoy y
unos cuantos minutos de más,
el temporal de lluvias ha disminuido,
la época de huracanes no va más allá de la D,
y las gentes ya no andan los domingos en las plazas.

Los poetas que por entonces trovaban
en los oídos de las señoritas,
se han ganado a el tiempo de enemigo
y los trata de esclavos medievales.

De hace un año a la fecha,
tus ojos de encanto de aires ausentes,
se me ven más ausentes
que la vieja ausencia misma.

De hace un año,
la lista de las letras ha disminuido,
mi ánimo desmejorado me lleva a pensar
en suicidios semánticos ésta noche,
noche de lluvia inspiradora
para escritores de mínima gracia.

De hace un año,
Kepa, Natalia, Noelia, Maikel,
Miguel, Pilar, Alex,
Constans, Clío y,
los estáticos en las sombras (Erick, Anabel, Carmen),
mis maestros de entonces,
ya no son los mismos.

A comparación de hace un año,
pareciera que lo más sobresaliente
son mis dos canas blancas,
y una que otra mentira callada.

De hoy, eso hace un año.



César Palomares