martes, 23 de diciembre de 2008

Cerca del cielo

Vi que los ríos de gentes te llevaban entre sus ojos,
vi que ahí ibas despojándote de ti misma,
deshaciéndote en lágrimas y pequeños lamentos,
venida del lugar donde llovía todo el tiempo
sin acostumbrarte al salitre de la humedad.

¿Recuerdas el día en que me iré de la vida?
Fue aquella tarde donde los adivinos de alguna alameda
Me dijeron que la brisa en el rostro sugiere la frescura perpetua,
donde uno dispone de nuevas mañanas,
pero habrá una mañana en que te dé alcance la humedad
y tendrás que fugarte al sitio del sol sempiterno
y un hoyo negro engullirá tu sol y,
ni las cenizas de un vieja hoguera te harán renacer.

Y ahí estaremos los dos,
tendidos bajo todos los estados de tiempo
esperando el encantado de las actitudes surrealistas
esperando llegar –tal vez lo logremos-
cerca del cielo, amor,cerca de un cielo.



César Palomares

viernes, 14 de noviembre de 2008

La partida

El día de la extinción está por comenzar,
a últimas semanas ya tenía en mi nariz ese olor de ausencia
que provoca la tristeza incrédula y serena,
cada vez más y más y después un poca más
no hubo alguien a quien cuestionar la desolación en las cosas.

La partida que comenzó con tus ojos
continuó con el resto que no me importa,
pues no está el mar en el que me gustaba bañarme
ó la dulce casa que me abrigaba con su cálida chimenea;
negra por el hollín provocado los domingos nocturnos
de convivencia con la callada sombra de las llamas

Aquí porque no hay tiempo de llorar
pues la primavera no lo permite,
y el estado del tiempo mojado y,
que sigue lloviendo a cantaros,
se lleva a corriente mal intencionada
los restos de un naufragio.

Te quiero, pero te llevaste mis letras,
la inspiración en mis poemas y,
el momento en que se unen tus años y los míos.

La honestidad de la presencia de la nada,
me da pie a entrar a las calles
y despojarme en presencia de catedrales
mi espíritu religioso,
y prometer a un Dios de creación original
que tu partida no será más que la mía.

Y consciente de que hoy es El Día,
me rindo y te dejo para que termines
con la partida.

César Palomares

De hace un año

De hace un año
a tiempos de hoy y
unos cuantos minutos de más,
el temporal de lluvias ha disminuido,
la época de huracanes no va más allá de la D,
y las gentes ya no andan los domingos en las plazas.

Los poetas que por entonces trovaban
en los oídos de las señoritas,
se han ganado a el tiempo de enemigo
y los trata de esclavos medievales.

De hace un año a la fecha,
tus ojos de encanto de aires ausentes,
se me ven más ausentes
que la vieja ausencia misma.

De hace un año,
la lista de las letras ha disminuido,
mi ánimo desmejorado me lleva a pensar
en suicidios semánticos ésta noche,
noche de lluvia inspiradora
para escritores de mínima gracia.

De hace un año,
Kepa, Natalia, Noelia, Maikel,
Miguel, Pilar, Alex,
Constans, Clío y,
los estáticos en las sombras (Erick, Anabel, Carmen),
mis maestros de entonces,
ya no son los mismos.

A comparación de hace un año,
pareciera que lo más sobresaliente
son mis dos canas blancas,
y una que otra mentira callada.

De hoy, eso hace un año.



César Palomares

jueves, 30 de octubre de 2008

Bajo la noche

Bajo la noche que hiere con su oscura presencia
dicto veredictos incapaces de atrofias sentimentales
hago y veo que pasa nada,
mientras los sellos actúan en la faz de mi tierra
donde están enterrados mis dedos
que comienzan a echar raíces.

El alma del viento acarrea aires de tristeza,
cuando las manadas de huracanes
traen consigo la impertinente vida eterna.

El espíritu que hace jardines
jardines de guerras frías,
profundiza harto en la honda herida
que provoca la esencia del día lunes
y que la fuente de lo imposible recrea.

Bajo la noche que hiere con su oscura presencia
y entre la sentencia del juez ambulante,
la vida peligrosa se encuentra de nuevo

César Palomares

Del poeta

Escribo como si fuera un poeta y
amo como si fuese dos,
unos me dicen el poeta mal hablado,
otros el poeta austero del medio día
que está sentado en las bancas de la plaza de armas,
algunos otros aun no sean han querido pronunciar.

El poeta que rinde culto a todas las Diosas
de la punta de su sexo,
el brillante letrista del país de nunca jamás.

Sin resentimientos intercambio poemas por comida insulsa,
en ocasiones cambio mi vida por un poema
porque yo no sé olvidar.
Escribo como si fuera un bardo milenario
en busca de la brisa de la vida
pero obtengo nada
y sin embargo, sigo escribiendo poemas.


César Palomares

sábado, 30 de agosto de 2008

A mi madre

Ligera como la brisa
cubriste húmedamente la presencia de la noche,
y contagiaste con vestigios celestiales
la postre que provoca la disolución de las cosas
bajo el alcance de la misma contagiada noche.

Llegaste y plantaste tu semilla fértil
en tierra de mil pueblos,
y a veces llegaste y sólo dejaste
esa íntima esencia que provoca la medianoche.

Cansada como la madrugada,
te dejaste a ultimas las ropas de la vida,
y cuidaste de la magnitud de la tragedia
que previste con mesurado albedrío.

A deshoras de una primavera de mil novecientos y tantos,
desahogaste la marea baja
y convertiste los escrúpulos del momento
en el alfa de lo venidero
creando a tu voluntad humana
la esencia del circulo captor.

Y hoy, en la mañana de otro día cualquiera,
de la mañana de un año y estación que desconozco
persisto a forma tuya,
en tiempos donde la brisa llega pero no del todo.


César Palomares

El día que murió Borges

El día que murió Borges
se olvido el hombre del color amarillo,
pero a petición del difunto,
persistía un negro más oscuro
como el de su ceguera y media.

Las campanas de las iglesias modernas
como que lloraban y no tanto.
Los poetas
que por entonces andaban haciendo el amor a sus putas,
detuvieron el andar de sus sexos
y dejaron en la impaciente espera
la costumbre por publicar
para rezar a coro en estilo francés
una de esas odas que se componen
en cada año bisiesto.

El día de su muerte,
la esfinge inmortal del pecado
vació amarga, torpe animal,
las barricas de cedro celestial
hasta que los escombros de algunos días
cedieron a la hortaliza malas hierbas.

Y pasaron los días,
también sus noches
que asemejaban más a un lamento intimo
como el que hace Dios y la nada,
y Borges seguía difunto
y nadie que invocara algún efecto Lazaresco,
entonces se cerró la última curda
pero Borges seguía muerto.


César Palomares

lunes, 28 de julio de 2008

Las Mujeres Antiguas

Las mujeres antiguas que asemejan
una película francesa de la nueva ola,
son exquisitas como las imágenes en blanco y negro
que perduran su color sin volcarse a volátiles incesantes.

Su mística perturba lo más imperturbable
como la encrespada cola de un cerdo sabor naranja,
como el eterno olor que vierte la vida en los libros viejos
ó más inclinado a la astrofísica calorífica,
convergiendo en lo más alto,
en una zona de amores
que irritan al mismo sonido del vidrio arañado.

Su beso de réplica de temblor
ó de meteoro que extingue los montes uranos
hace una mito especial de relato semibíblico,
que comienza por la parte de adelante
y culmina por sacarme de aquí.

A cuenta de perlas falsas
me declaro su consumidor rutinario,
y a veces para siempre.


César Palomares

Si...

Si te olvidara,
si fuera a la calle más solitaria y te olvidara,
si pusiera mis rodillas en el suelo y escarbara,
si tan sólo pudiera enterrarte a paso de estrella fugaz,
si hoy te fueras de la tierra,
si hoy fueras fugitiva de la cruz,
si te convirtieras en nada,
si el océano más profundo te guardara un sitio en su regazo,
si solamente pudieras huirte con tus labios,
si…
no…
no sé…
es que…
pero…

Si sólo hoy, desaparezca aquí,
si íntimamente te mudaras de mi,
si mañana que es ayer en pretéritos perfectos,
si me invitan a dejarte tumbada en corazones,
si la cosecha no implica tu presencia,
si antes de partir tomáramos un café ó un té,
si solamente me dejarás convertido en un hombre,
si Dios no distribuyera el periódico matutino.

Si esto o lo otro,
si solamente no me olvidaras,
si tú y yo,
si hoy tú conmigo,
si mañana yo con la muerte,
todo estaría bien.


César Palomares

Contradictorio

Yo no te quiero,
pues si te profesara eso,
te besaría como lo hago
cuando vamos a los cines
y que bajo la cavidad del proyector
que provoca una visión espacial
te declarara a murmullos
la delicia de tus labios.

Si yo te amara,
no regresaría a ti
atraído por tu aroma
a mujer de barro bien mezclado,
como las ocasiones en que
mis piernas llegan a planear mis pasos.

Es que te adoro,
pero tus pies bien definidos,
tus dedos finos
como boina de lana y tal vez deshilada,
me dejan agotados los cabellos
cuando hacen el amor.

Si yo fuera por ti,
mi virginidad
que asemejaba más un pontificado eterno
no se hubiera evaporado
bajo el dominio de tu sexo.

Yo que soy tuyo
cuando no lo deseo,
pues me encantas con tu vaho
detrás de la oreja
y me pones la piel de gallo en día de siembra.

Porqué me haces todo esto,
si no me gusta tanto

como sólo estar contigo.


César Palomares

Volver

Volver para mirar los frutos de temporada
que cada temblor hace madurar con sus arrullos,
disipar a lágrima de río encausado a la vuelta del mundo,
los humores que están siempre vigentes
como Eva para la tentación de conspiración científica.
Estar al pie de un cañón de artillería pesada,
tal vez de la guerra divina entre héroes y tu demonio maquillado,
luchando por lo de siempre; un epitafio digno de leerse
y que pueda ser esculpido para recuerdo de un segundo.

Volver de rezos en las arterías,
y cauteloso de las doctrinas teatrales de tipo clásico,
cuidarse de mentiras monumentales que hierven y no se purifican,
de las escrituras manipulantes encontradas en el lado oculto de la luna,
o volver después de tres días.

Volver en tiempos de colonias
y hundir las naves malditas
que destruyen a pasó de astronauta en caminata al vacío
los hombres de razas celestiales
y sugerir la estrategia de conquista de tu alma por la mía.

Volver a las cuatro de la mañana o volver nunca
en vuelos trasatlánticos para curar heridas
que alguien te dejó encargadas y no vuelve por ellas.

Escribir de noche o de día o de cabeza o de tristezas,
Pero escribir para regresar y ser

para volver o si no a donde voy.

César Palomares

A...

A juicio de buen juez
he decido irme de la tierra,
explorar el cielo y regresar con mis ángeles guardianes
sobre la noche que cae en un ápice de soledad,
regreso pero no estaré si me buscan,
regreso, pero no es para ser el paria de la luna
que ha vuelto a la Tierra a dormir.

A catástrofe natural de una ciudad
que pacta con otras cenizas como de cigarrillo,
digo que no me siento bien conmigo,
que estoy estrechando manos con leyes que me desprecian
en días donde las hogueras de la vanidad
arden como la entrepierna de una puta ninfómana.

A pasión de brujo-poeta
hechizo mis palabras para envenenar a las mujeres,
desgarrarles sus ropas y aventajarme con ellas
en la enseñanza del amor,
para quien será mi final último

A tortura de mal verdugo,
regresaré,
ya sea moribundo ó sólo regresado
del norte de mi,
buscaré tras las gavetas divinas
una oración aun no quemada
que pida por el alma de mis cigarrillos.

A mi juicio de mal juez
prefiero establecer relaciones unipersonales con las sombras,
y de vez en cuando salir,

salir y comprar un poco de sopa.

César Palomares

sábado, 7 de junio de 2008

La conspiración

La conspiración de mi beso,
no es una declaración de guerra con otros labios,
ni la unificación a una nación sentimental,
quiero quede claro que mi color rojizo no simboliza tu labial
o que te haya lastimado al morderte un labio,
es simplemente la extensión de mis mejillas sonrojadas
por algo que hicimos a pasión mía y que sobró la tuya.

Ésta que ya venía de viento atrás
llegó hoy, como si todo,
como si Dios viniera a tu suerte y te dijera el secreto
o si la vida tiene sentido,
o si él es en verdad Dios,
o sólo corazones rotos.

El fin es tenerte en mi vida,
pues es mejor si tus pies están con los míos,
o si estamos partiendo sandías.

Hoy, bajo la conspiración de besos de todas las naciones,
te digo que muero de ningún infarto
pero sí cuando no te veo y conspiras para mi vida.




César Palomares

Me gusta...

Me gusta la soledad pertinente,
me gustan los mares solares
que se dejan llevar por aleteos matutinos
de una estación donde se mezclen la lluvia y la sal.

Me gusta la profundidad de las sábanas que arropan a mis cabellos,
me gusta ser a las 11 o tal vez a deshoras de un día que prefiero sea de noche,
me gusta escribir mientras escucho el movimiento de mis ojos
me gusta esto, y lo otro, y lo que sigue de lo otro.

Soy animal nocturno que deambula por los parpados acuoso en sueños tristes
y me gusta morir a diario mientras pienso si resucitaré al tercer día
y cuando llega ese tercer día me levanto y prefiero hacerlo sin pies
descubrir que el viento me levanta a fuerza de palabras
y apoderarme del campal día que está por empezar
y terminarlo entre un bostezo y una lágrima fugitiva
que corre hasta mi labio en búsqueda de un nuevo hogar.

Me gusta la vida,
no la vida de una flor ni la vida de una cuadro que es estática
y a veces a capricho de temblores se mueve a su disposición.
Me gusta mi vida, esa que me deja hacer palabras y unirlas
recortarlas y romperlas.
Me gusta mi vida, la que es a veces negra y no me deja,
la que es negra de un color más profundo que el negro de los abismos
que después de varios ciclos encausa en un punto de la historia
para decirme o gritarme una oración divina que no necesito
que es inútil para sobrevivir en épocas místicas
pero que no deja de manotearte las mejillas hasta que te deja loco,
loco de atar a la cama, ó sólo loco de atar.

Me gusta mi vida,
pues mi vida es tan simple con una caricia de viento en el cabello
me tira a veces en colores rosas claros, o me vierte a la profundidad perpetua de un silbido que viaja de aquí para allá y de allá a mis oídos.
Mi vida es una tregua con la más sincera de las mentiras
es un sofista para los tiranos de la calle vecina,
es la parte del mundo que aun no ha sido descubierta
una soledad que brinda calidez solar pero no te quema
es una abrazo en un cine, en un parque, en una calle,
es un dar de comer a las aves que provienen de temporadas distintas a su migración
o de frutos que a destiempo crecen para decirme que ahí están
que debo comerlas hasta saciar mi estomago
o hasta que mi lengua esté harta cansada de sus sabores.

Mi vida es algo común con los trenes viejos viajeros
que llevan gente en su cabús,
que miran atravesar el desierto, con sus infinitas dunas
con sus infinitas tormentas que deprimen a la primavera misma
que terminar rompiéndose
pero que vuelven a nacer el próximo día.

No veo mi vida sin esperanzas de poca gracia
que dejen migajas o un camino de música
con el cual regresar al principio.
No,
esa no es mi vida
mi vida, es sólo eso
para alguien más la más insulsa de las tardes bajo un sol que arde y quema y si no te vas

en auxilio de las sombras te pervierte la faz y quema tu sonrisa
así de simple es mi vida.


César Palomares

La espera.

La tarde que está por terminar,
parece la más íntima de las madres que oculta a su hijo
bajo un rebozo de timidez o una casa de descuido,
porqué no venir y gritarme con vientos de alas
tu fiel verdad que ya no sabes esconder,
porqué no venir y decirme o murmurarme a llanto de hormiga
que no quieres que mi boca circunde la tuya
o que estas harta de que te taladre el cuerpo con mis ojos,
o que sólo estás harta, pero harta.

La tarde que está por terminar
me hace creer en la espera,
en que llegarás con tus cabellos de Venus
y tus manos, esas las finas que parecen de infante bien amantado,
y me tomarás para llevarme a colores de virtuosa musicalidad,
y que me regresarás de nuevo los pies a mi pedazo de tierra;
en todo mejorado desde mis cabellos largos a mis besos húmedos.

La tarde que esta uno o dos pasos más triste que yo,
comienza a despedirse a golpes de calor en los ojos,
y no se quiere despedir si no es de ti,
y la espera se vuelve largamente eterna,
o sólo eterna cuando ya son las horas de un día que ya no sé qué día,
que ya no sé si vendrás por mis huesos,
o que es lo que harás cuando falte yo,
pues yo no puedo hacer nada
cuando no estás en mi mirada.


César Palomares

Siempre te pierdo...

Siempre te pierdo pues estas conmigo,
no puedo contenerte el alma que palpita de tus ojos,
que viaja a perderse hasta el sentido,
o que cubre de espejos su presencia.

La última mirada que echa un moribundo
se parece a tu gesto cuando sientes mi presencia,
y no mejora con el pasó de la tristeza
pues prefieres vivir con ella de almohada
comer, beber y volver a comer,
vaciar de bla bla bla’s tu lengua
y reposarla en alcohol o algo en que purificarla.

La memoria de los minutos recapitula risas
y promesas y cantos de final,
y sólo los tuyos son los que sí,
los que no, los que a veces,
los que siempre, siempre,

siempre, recuerdo.

César Palomares

miércoles, 28 de mayo de 2008

La Arquitectura del hombre.

Los edificios de las grandes ciudades asemejan montañas intrínsecamente unidas,
una tras otra, y la tras otra sobre alguna, así como fichas de dominó,
se van conjugando para formar el gran juego,
se van alineando entre pequeñas sustancias llamadas hombres.

El Dios hombre que crea y deshace y vuelve a hacer,
quiere imitar la salvaje vida de los animales,
quiere hacer montañas de concreto y las hace bien,
y las hace agradables a la vista y son de oro

y emergen de la nada tanto como del ingenio.

Pero el hombre no es Dios al final del día,
es simplemente el contemplador de la vida verdadera
de los disfraces multicolores y las grandes edificaciones
que le resguardan de sueños que les sirven para integrarse a un medio,
a lo racional de las cosas, a lo vivo, lo que está pero no se quiere adaptar,
lo que sigue después de la semilla tradicional.

El hombre, debe converger con la naturaleza de la arquitectura,
ser él de ella y ella servirle a él, y ambos respetarse hasta el hartazgo,
fijarse un fin común de materiales antiguos para ser bien forjados
y postrados sobre las alas del cielo.

Las luces de la ciudad

deben ser un apoyo incondicional a cualquier estilo o corriente,
deben servir para alumbrar el día a lo nuevo,
a lo que aun no sabe a dónde va,
pero que está de pie pidiendo su oportunidad para hablar,
la arquitectura que cuelga de los ganchos de irremediable uso,
la que pretende ser utilizada y sin más, se deja toda ella a la vista,
en esencia de símbolos y mezclas que le ayuden

Mientras el hombre de vida, forma, amamante y cuide su obra,
ésta le servirá de puente para la perpetuidad, y nunca lo dejará tirado,
como dije, mientras el hombre sea generoso.

La capacidad que podemos advertirnos
puede quedar enterrada como las cimentaciones del universo
si no sabemos que lo que hacemos es una alegoría o un mito
que después de varios eternos retornos será divisado,
puesto a prueba y finalmente engullido por las lenguas del tiempo.

La carencia no debe trascender uno o dos o puede que diez días después de construir,
pues construir es la intimidad que se le puede tener al mundo,
sin miramientos despojados de toda estética,
sin pleonasmos de ingenio, no debe haber así pues,
duermevelas de inspiración o sueños para crear,
debe haber por siempre arquitectura del hombre.


César Palomares

jueves, 17 de abril de 2008

La noche.

No conozco una noche vulgar
que irrite con su calor de temporada,
ni que se deforme al primer hervor.

Amo la noche estrellada que se refleja en tu rostro
y no se mueve hasta nunca,
ni cuando una catástrofe como mis besos
la hace tiritar de tristeza.

¿Por qué la noche llega con esa presencia de estrellas

como velas sopladas por una ventisca banal?
¿Por qué la noche no engaña con esa oscura apariencia?
¿Por qué la noche es oscura y a veces dura siempre?
¿Por qué la noche huele a tu presencia en tiempos sexuales?

Me encanta la noche;
grabo sus colores, olores, sabores y sonidos.
en la noche amas y el amor no te deslumbra,

la noche será siempre el escudo de los amantes.

César Palomares

Olor natural (olor particular)

Esta mañana vierte tu olor natural,
ese que expía a mis pulmones y los haces sinceros.
Tu olor particular está íntimamente guardado,
que sé yo en donde, pues bien guardado,
tal vez en mi cabello largo,
o en mi boca después de la guerra.

La mañana no es más que la extensión de la campaña nocturna,
el día D de mi sexo sobre tu “corpitorio”
y el ocaso de nuestra larga espera.

Hoy, la mañana parece otra mañana,
una atípica cuando ya vi tu sonrisa de alas extendidas
en pleno vuelo, de águila real, mariposa fingida,
o como cuando una visión entre vírgenes me vuelve un incrédulo
en tiempos contemporáneos.

Hay mañanas y hay mañana y hay pasado mañana
y hubo ayer por la mañana,
pero la mañana de hoy es la mañana de hoy.


César Palomares

Eterno resplandor.

Una mente puede rememorar acciones,
pasajes bíblicos o de un día de campo,
largarse, huirse hasta lo profundo de su bosque
y perderse entre reminiscencias de poca gracia.

Cuando se camina entre piedras de rio,
el dolor no va más allá de una o dos lágrimas,
la vida no trasciende si vas haciendo maravillas,
hay cielo sin Dios.

A veces quisiera ser trompa de elefante,
o un gran monstruo detrás de la hierba.
Mirar y escuchar el viento de las olas
que me piden les advierta la tormenta.

Vivir en el polo norte o el sur, o el polo de un imán
qué sé yo sobre donde quiero estar,
pues sólo quiero estar,
caminar, estar,
donde quiera que me indiquen las marchas forzadas,
imitando la sobria caminata entre un mar.
Forzar las actitudes de pólvora con algo,
con una cosa que desconozco y quiero que así siga
pues no hay mayor saber en probar una manzana.

Sin más hay menos,sin menos, hay nada.


César Palomares

Y aquí vienes...

Y aquí vienes como siempre,
Encantada de las uñas,
Pacificando la pureza que debería pero no es,
Controlando el fin de los montes urbanos,
Creciendo y creciendo más
Hacía no sé a qué lado de la hierba,
Pues miras para ambos con exactitud egipcia.

Hoy, la mañana del apocalipsis se torna tranquila,
Y las aves se hunden en otras aves
Para formar estelas que no brillan con cualquiera,
No son rameras míticas que busquen asesinar.

Y ahí tú de nuevo,
Intentando localizar tu punto de partida
Que no es más que una señal extraña de migajas de pan
De antiguos hombres que alimentan a las quimeras.
Es que la mañana es graciosa pues me recuerda los sueños
De aves y tus lunares conviviendo.

César Palomares

No estoy por ti.

No estoy por ti,
Estoy por las tardes nubladas y lluviosas,
Por los vientos helados que cruzan mis orejas curiosas,
Tal vez si acaso por el olor de tus ropas desorientadas.

¿Y tú?
¿Haces algo o estas para algo?
¿Miras y tu visión se desvanece apenas llegar a una hierba mala?
¿Quién es tu juez y quién interpone un amparo para salvarte?

No soy de ti ni un ápice,
Me formaron las olas resentidas con la gravedad,
Un huracán degradado a viento en un lugar cualquiera.

Lamento decirte que tus labios perdidos no dan dirección,
No son ni confiables en días de mentir.

¿Entonces que tienes?
Mujer ¿Qué tienes?


César Palomares

martes, 11 de marzo de 2008

Yo, César

Yo, aquí presente desde el alba al cenit de algunas vidas,
sincero, profundo, débil y sollozo,
no exagerado por momentos, pues toda ésta vida.

Nacido, creciendo de suspiros y otros demonios
de poca gracia, pero dignos de guardarse.
Camino, fumo, amo, deseo con gracia y con desprecio,
odio irremediablemente a quien abusa de mi sinceridad.

Busco el oro de mi esencia a través de mis escritos,
libero lo que temo y lo que profetizo,
amo sin censura y mal pagado.

Yo, ermitaño irremediable, acusado de soberbia
sin castigo con cicuta.

Haciéndole el amor a las letras,
tocando sus senos de vocales bien paridas,
creando poemas y caminos,
creando testigos y subterfugios.

Yo, aclamado y célebre por nadie,
despreciado por los aires polares,
hombre de sueños largos y ojos grandes,
acompañado por dos o tres reglas triviales.
Soy de quien lo desee,
pero también soy viento que huye por las mínimas oquedades,
mi curiosidad de infante me lleva y me tira y me levanta,
y me mira a los ojos, pero nunca me limita,

Yo, con dos manos y dos ojos,
con muchas ideas y una lengua,
con risas de tierra fértil,
caminante en tiempos de guerra,
enojado siempre, sólo cambian las circunstancias,
escritor de mi historia y perímetros multicolores,
escritor de las mariposas y la niña con pecas.
Aquí estoy…
…soy yo,

Yo, César.


César Palomares

Visión

Tengo sueño
mis párpados se cierran solos
tengo sueño
mi cuerpo implora una tregua
tengo sueño
y todo calla a mi alrededor

Duermo
la noche se distiende
duermo
la tierra conspira risueña
duermo
los seres de la oscuridad
tímidamente
despiertan y se despliegan
remontando el vuelo
hasta velar mis
quimeras

Ahora sueño
y el mundo avanza
ahora sueño
todo queda en suspenso
ahora sueño
se hace liviano mi cuerpo
ahora sueño
me acerco a tu lecho
ahora sueño
y te beso
donde
guardas
sigilosamente
nuestro secreto

Y despierto
y aún te encuentro
se unieron los lechos

o se encontraron nuestros sueños.

Constans Khurry

martes, 29 de enero de 2008

Un día en otoño. (A Karina, mi vicio que adoro, la lluvia que deseo en días de primavera, la mujer que siempre recuerdo, mi "Un dia en otoño"

Un día en otoño prometo,
querida de mis pupilas,
ser un hombre angosto o tirado,
pero ser un hombre.

Viajar de aquí para tus dedos,
o a tus senos suaves de piel de infante,
llevarte allá de aquí por allí,
comunicarte al día lunes
o predicarte la mañana de cualquier año,
hacerte un croquis de la luna,
o mirarte a escondidas por la noche,

Prometo llegar y tumbarte con mi abrazo de aire,
llegar y vibrarte con un beso extraño,
de esos que se dan los extranjeros
cuando empieza la tormenta.

Acercarme sin rutinas de cobre u oro,
sencillas, dictadas de algún sitio de mi ego,
y compensar la madrugada perdida
entre un no me llores y un consuelo.

Te prometo, dulce caricia del fin del mundo,
que seremos los justos un día en otoño.

César Palomares

Irresistible.

Incomprensiblemente irresistible,
conjugando las miradas
que entran por las puertas
y van de aquí para mis ojos
y de mis ojos a nuestros labios.

Tus formas,
rodando suavemente
por las yemas de mis dedos,
como gotas de una fuente
de interminable gracia.

Irresistible como una caminata,
que sé yo, por tus ojos cafés
o tu rostro de agua íntima
o a paso de luna, no lo sé.

Es que tu brillo de estrella
de una ciudad sin luces
me mejora, me ata de ojos y de olores,
y entonces me pierdo ahí,
justo en el resuello de tu cuerpo
que nadie quiere escuchar,
sólo me atrevo yo.

Infinita, profunda, desnuda, apetecible,
Irresistible, y yo, mirándote.

César Palomares

Buen día y buena suerte.

Tu ausencia me reconforta como sábado y luna llena,
Como una de esas ocasiones en que Dios viene y derriba las sonrisas
Y las lustra y vuelve a instalarlas donde lo desea.
Eres sincera, honesta de las pestañas y de la planta de tus pies,
Linda en la noche o el miércoles a las ocho de la mañana,
Así eterna de los ojos y las pupilas cortas,
Esencial como cebolla para el que desea llorar
y no encuentra excusa mortal,
Simple como el aire que traspasa los huecos de tus cabellos cuando lo agitas,
Como si fuese un concurso de coqueteos,
Eres así, pero ahora de mis dedos
Que escriben pausadamente las letras que el destino impone,
Certeras, sencillas y así termina.
Buen día y buena suerte.

César Palomares

Morir en lunes.

Estratégicamente es grato para todos morir,
si te aman, lo harán más,
no lo sabrás, obvio, pero ya sólo pensarlo,
fascina a tus pensamientos.
No sería aconsejable morir un martes o viernes,
todos trabajan y el mundo les espera.
prohibido de martes a Viernes.
¿El sábado?
no sería viable,
pues quien carajos iría a verte con gusto:
caras largas, flores marchitas, por eso tampoco este día,
menos domingo,
pues su predecesor es el lunes,
el día en que nadie quiere ir a laborar
ya que la flojera es instantánea al contemplar este día.
Justamente por esto,
lo más conveniente para todos es morir en lunes,

servirá de excusa para faltar a sus deberes.

César Palomares